Hola Rigo, es buen tiempo el que no te pienso/hablo/busco y
así varios lalalas… te cuento que he tenido días muy grises, muy tristres… días
en los que me metía debajo de una manta solo para pensar y sentirme y sentirme
mal y más mal…. Días en los que estaba muy asustada… dejé de orar y de dejé de
hablar casi Rigo, dejé de ser yo. No me reconocía… andaba muy triste.
Los días van
avanzando y creo que poco a poco voy regresando a quien soy. Eso me da
demasiada tranquilidad. Ya regreso a disfrutar las cosas… ya regreso a reirme
en algunos momentos… estoy sintiéndome más yo, cristina cro croc cri cris y mis
todas yo están reapareciendo.
Hablaba con Samira, y le contaba acerca del árbol de lúcuma…
¿Sabes Rigo? Abicha sigue acá.
Un día cuando era niña, o quizá
no tan niña, mamá hizo un día helado de lúcuma, siempre me han parecido
semillas hermosas…tienen un color precioso como de madera, y además una textura
tan lisa… Decidí germinar esa semilla,
le puse su algodoncito y en un platito pequeño empezó la aventura de esta
plantita… y así como ahora en clase de Ciencias vemos el día a día de la planta
acompañé la salida del tallo, de las hojas, las raíces gruesas de esta pequeña….
Pasó después a un poco de pezziduri
vacío y su siguiente habitación fue una maceta, después otra un poco más
grande. Cuando ya tenía su tamaño Abicha me dijo que esa planta ya necesitaba
un jardín, que necesitaba estar en la tierra. Entonces hablé con mis papás para
ver en qué jardín la pondría y cuál sería su lugar…. pero no me dejaron
plantarla en casa así que la planta siguió en su maceta. En una de sus visitas
Abicha decidió llevarse mi planta y cuidármela ella. Me dijo que en su jardín
había espacio y que ella se haría cargo. En cada visita que hacía a su casa
siempre veía como de a poquititos fue creciendo hasta ser un arbolito de tallo
delgado con varias hojas verdes, una piltrafa de árbol, pero hermoso para mi…
mi arbolito de lúcuma… cuidado por la abuela.
Pasó el tiempo y Abicha vino a
vivir a Lima, la casa de Santa Clara se quedó vacía, ya nadie la cuidaba.
Abigail se escapaba de vez en cuando en un taxi a su casita y seguramente en
esas idas y vueltas le echaba un poquito de agua a mi arbolito…. Y así siguió
sobreviviendo…. Los años pasan y la casa de Santa Clara se pone en venta… todos
piensan en los bonitos recuerdos que pasaron ahí… yo también y además pienso en
que en esa casa está mi árbol… pienso que hay uno de los recuerdos más bonitos
que tengo con la abuela sembrado en esa tierra, pienso que si alguien compra la
casa se quedará con ese árbol, que si quieren hacer un edificio el arbolito
desaparecerá y empiezo a buscar la manera de traerme ese recuerdo a Lima.
Abicha nos deja, y con mayor razón me aferro al recuerdo de ese árbol, que ya
no veo hace tiempo, que mi primo dice que ya debe estar muerto, que todos dudan
que siga con vida si nadie lo ha cuidado… y voy un día a recoger cajas con mamá
y las tías y lo encuentro vivo, retomo mi cometido de trasplantarlo… Mi tía se
compra un terreno en El Carmen y le pregunto si puede ir mi árbol… que si logro
llevarlo puede ir… pero no es tan fácil
trasplantar un árbol, menos cuando ya ha crecido tanto, ya tenía más de dos
metros de alto, sigue flaquito pero sus raíces deben estar bien arraigadas a
este suelo que tanto cuidó mi abuela… me dicen que para trasplantar un árbol
necesitas llevártelo con un diámetro determinado de tierra… no puedes sacarlo
como una mala yerba, sacudir la tierra y ya…
Al final se da la compra… la casa
tiene nueva dueña, mi prima, la casa se queda en la familia. Hoy he visto el
árbol y está más grande, está hermoso, a mis ojos…. Es hermoso verlo con vida,
sobreviviente… sabía que lo iban a seguir cuidando y se mantuvo vivo…
Y yo no dejo de pensar en ese
diámetro de tierra que necesitaba para que me lo pueda llevar, sin ese diámetro
de tierra no podría sobrevivir en otro lado, prender en otra tierra… está
aferrado a ese diámetro de tierra que le ha permitido estar con vida todos
estos años… y pienso en ese diámetro porque creo que todos nosotros, así como
este árbol, tenemos nuestro diámetro de tierra, tenemos este círculo que nos
rodea que es necesario para poder mantenernos de pie, tenemos este diámetro
para lograr sostenernos, para poder ir a cualquier lugar, pero con este
diámetro…
Mi diámetro está compuesto en primer
lugar por mi familia, mi papá, mamá y hermanos son lo más importante que tengo,
y a donde sea que vaya los llevo conmigo, he crecido gracias a Dios en esta
familia, loca pero hermosa. Abuelos maravillosos, tíos hermosos, primos
hermanos…. He crecido sintiéndome amada… pero en este diámetro también tengo un
grupo de amigos, con los que no necesariamente he crecido, pero que a lo largo
de mi vida han ido entrando… como así he tenido amigos que han pertenecido a este diámetro de tierra pero ya
no están… pero estoy segura que el tiempo que estuvieron fue el tiempo que
debían estar y en su momento me ayudaron a sostenerme y a darme fuerzas… o me
acompañaron.
Hoy me he reencontrado no solo
con este árbol hermoso que ha crecido, que me recuerda todo el amor que Abicha
entregó siempre a la familia…. También me he reencontrado conmigo, me he
reencontrado con este sentirme mejor, sentirme tranquila, sentirme amada… y
reconocerme frágil, me he dado cuenta que no necesito estar ni hacer todo sola,
porque así como este árbol, yo también tengo mi “diámetro de tierra” que me
permite mantenerme y en el que me debo dejar descansar… no me resulta fácil,
aceptar que no puedo sola, que necesito de más, pero qué bonito ha sido el día
de hoy sentarme frente a este árbol, con mi familia cerca, conversando,
recordando a la abuela, viviendo rico… sentarme frente a este árbol, encontrar
la tranquilidad y respirar bien profundo. Después de mucho tiempo me he reencontrado con mi planta y está feliz y está viva. Y estoy feliz. Hoy la vi de nuevo y respiré de nuevo tranquila.
Este es un motivo para decir con
Dios.